En los últimos años la categoría «evangelio» ha cobrado importancia en los círculos evangélicos y se ha tratado de recuperar su centralidad no solo en la misión y evangelización sino también en la vida cristiana en general. Lo anterior ha contribuido a retomar la investigación del mensaje del evangelio a partir de los textos que parecen delimitar su contenido. En este sentido, sugiero comenzar a estudiar 3 pasajes claves que llevan implícito el anuncio evangélico: Uno del Antiguo Testamento (Is 52:7), uno del Antiguo Testamento en labios de Jesús (Is 61:1-2; Lc 4:18-19) y uno del corpus paulino (Ro 1:1-5).

El primer pasaje procede de la segunda sección de Isaías, la cual parece ser escrita en medio de las dificultades del exilio, por lo que su mensaje intenta traer consuelo y fortaleza a sus lectores. El poema-canto dice así:

«¡Qué hermosos son, sobre los montes,  los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz,  del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!» (Isaías 52:7)

Notemos 3 cosas: Primero, el mensaje que se está anunciando son «buenas noticias» (evangelio); segundo, la proclamación lleva implícito dos componentes: paz y salvación; tercero, el mensaje en sí es una declaración al pueblo: «Tu Dios reina». La buena noticia, entonces, es que Dios estaba reinando y, por tanto, es un mensaje que trae paz y salvación.

El segundo pasaje procede de la tercera sección de Isaías en dónde hay un énfasis en cómo el reinado de Dios actúa en favor del desvalido. Jesús toma una de sus secciones y parece convertirla en el centro de su ministerio a la vez que se considera el cumplimiento de estas palabras:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos,      a pregonar el año del favor del Señor». (Isaías 61:1-2; Lucas 4:18-19)

Nuevamente, notemos solo 3 cosas: Primero, Jesús se considera a sí mismo el «ungido» por el Espíritu, lo que indicaría connotaciones reales y/o sacerdotales; segundo, Jesús mismo es el portador de las buenas nuevas (evangelio) como también su realizador (véase los verbos «dar» y «poner en libertad»); tercero, los receptores de las buenas noticias son los considerados desvalidos o impuros en la sociedad (cautivos, ciegos, pobres), por lo que la proclamación implica libertad, vista y favor del Señor (posiblemente refiriendo al Jubileo, época de descanso y perdón de deudas). El evangelio de Jesús, entonces, es un mensaje acerca de su identidad (Rey/sacerdote) y la encarnación de su salvación hacia los más necesitados (libertad, vista, descanso, perdón de deudas).

El tercer texto proviene de la carta más famosa y estudiada de Pablo: Romanos. Mucho se ha discutido acerca del trasfondo o motivo de la carta. Sin embargo, sea cuál fuere este motivo, el discurso de la epístola está construido sobre lo que él considera su predicación del evangelio, de la siguiente manera:

«Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el evangelio de Dios, que por medio de sus profetas ya había prometido en las sagradas Escrituras. 3 Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David, pero que según el Espíritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor. 5 Por medio de él, y en honor a su nombre, recibimos el don apostólico para persuadir a todas las naciones que obedezcan a la fe». (Romanos 1:1-5)

Notemos, por tercera vez, tres cosas del pasaje: Primero, el evangelio (buena noticia) proviene de Dios y había sido anunciado ya por sus profetas (seguro tiene en mente a Isaías, entre otros); el evangelio habla de Jesús, quién es el Cristo (ungido/mesías), de linaje real (descendiente de David), quién en la resurrección ha sido designado rey (por el contexto, Hijo de Dios debería entenderse como una categoría de entronización, por ejemplo, véase el salmo 2), por tanto es Señor (Kurios); tercero, la respuesta al mensaje evangélico es «obediencia a la fe» (esta fe, por consiguiente, puede entenderse como «lealtad» al Rey).

A través de estos pasaje podemos notar ciertas características del evangelio: Son buenas noticias para los más necesitados, hablan acerca de Jesús, el mesías prometido y de su identidad como rey (Dios lo ha designado rey), anuncian salvación, paz, libertad, vista, perdón de deudas y descanso a través del mesías, son encarnadas por el mismo Jesús (por ello, no es extraño que a los relatos de la vida de Jesús se les haya llamado evangelios) y esperan una respuesta de obediencia y lealtad de parte de sus oyentes.

Hay otros pasajes que se pueden seguir explorando para, de alguna manera, poder descifrar el mensaje del evangelio. Sin embargo, estos tres textos nos pueden dar una idea de que, a pesar de sus diferencias, conservan un hilo conductor en relación a las buenas noticias: Dios, a través de Jesús, está reinando, por tanto, en él su salvación se ha manifestado.

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